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miércoles, 31 de marzo de 2021

Gripe española, la pandemia más mortífera de la historia reciente

Durante varios meses, la gripe española mató al doble de personas que la Primera Guerra Mundial en cuatro años. Estas son las claves de la pandemia más mortífera del siglo XX, y una de las de mayor impacto de la historia de la humanidad.




Entre 1918 y 1919 tuvo lugar una de las pandemias más devastadoras de la historia de la humanidad. En los medios de comunicación y entre la población general fue conocida como gripe española, llamada así porque España, país neutral durante el conflicto, era la única nación que transmitía información sin censura sobre la enfermedad. 


Por si fuera poco el impacto del primer gran conflicto armado internacional de la historia, la Primera Guerra Mundial, la humanidad se enfrentaba a una pandemia de una enfermedad desconocida, cuando apenas empezaba a curarse las heridas. Los historiadores hoy creen que las circunstancias de la Gran Guerra crearon condiciones favorables para que el brote de gripe floreciese: espacios reducidos, cerrados y movimientos masivos de tropas ayudaron a impulsar la propagación de la enfermedad. 


Se cree que el primer caso de gripe española surgió en Kansas, en Estados Unidos, pero que se propagó rápidamente a Europa debido a la irrupción americana en el conflicto armado. Como ocurre con el resto de virus que causan enfermedades respiratorias (incluido el coronavirus SARS-CoV-2 que provoca la COVID-19, el H1N1 se transmitía mediante las gotitas minúsculas que se expulsan al hablar, toser... en definitiva, en el contacto interpresonal, que se acentuó durante las duras condiciones de convivencia de los soldados; el contacto con el enemigo inoculó, de hecho, un arma insospechadamente letal. 


No obstante, la primera oleada de gripe española de marzo de 1918 no fue especialmente grave. Fue a partir de la segunda oleada, en el verano de ese mismo año, cuando comenzaron a observarse casos graves de neumonía. La propagación era extremadamente veloz: de una semana a otra, los contagios se multiplicaban por diez; de mil infectados a diez mil en unos pocos días. La segunda y la tercera oleada, esta última durante el invierno y se alargó hasta la primavera de 1919, provocaron la mayor parte de las muertes, en una pandemia que ya afectada a la mayor parte de los rincones del mundo, incluidos los países que no intervinieron en la contienda. 


Durante varios meses, la gripe española mató al doble de personas que la propia Gran Guerra en cuatro años. Estas son las claves de la pandemia más mortífera del siglo XX, y una de las de mayor impacto de la historia de la humanidad. 


El virus

El brote de gripe española fue causando por un virus porcino, un influenzavirus de tipo A y de subtipo H1N1, que se transmitía de persona a persona a través de las secreciones respiratorias.  


Se cree que la cepa que causó la epidemia de influenza de 1918-1919 derivó de uno de los ocho segmentos de ARN de un virus aviar, y que este virus sufrió múltiples mutaciones en el proceso de adaptación a las células de mamíferos, hasta infectar a los humanos. 


Primera oleada


La pandemia se sucedió en tres oleadas. La primera se originó a principios de marzo de 1918, durante la Primera Guerra Mundial. El primer paciente documentado se dio en un campamento militar de Kansas, en Estados Unidos; y de ahí se extendió rápidamente por Europa occidental y en julio se había extendido a Polonia. La primera ola de gripe fue leve, comparada con las que sobrevendrían a continuación. 




Segunda oleada


Sin embargo, durante el verano, un segundo brote provocó un tipo de enfermedad más letal, que culminó en agosto de 1918. La neumonía a menudo se desarrollaba rápidamente, y la muerte generalmente llegaba dos días después de los primeros indicios de gripe. Más de 100 000 personas murieron en los EE. UU. solamente en octubre. 


Tercera oleada


La tercera ola de la pandemia ocurrió en el invierno siguiente, y continuó hasta la primavera. Aproximadamente la mitad de las muertes se produjeron entre personas de 20 a 40 años, un patrón de edad de mortalidad inusual para la gripe. 


Una pandemia global


Se trató de una pandemia global, puesto que los brotes de gripe ocurrieron en casi todas las partes habitadas del mundo: primero en los puertos y luego se extendieron de ciudad en ciudad a lo largo de las principales rutas de transporte y comercio. 


Alrededor de 500 millones de personas, o un tercio de la población mundial, se infectaron con este virus. 




Se cree que India sufrió al menos 12,5 millones de muertes durante la pandemia, y la enfermedad llegó a islas distantes en el Pacífico Sur, incluidas Nueva Zelanda y Samoa. En los Estados Unidos murieron alrededor de 550 000 personas. La mayoría de las muertes en todo el mundo ocurrieron durante la brutal segunda y tercera oleada. 


Homenaje a las víctimas


En la actualidad, un cartel en homenaje a las víctimas de la pandemia de 1918 se exhibe en el Pukeahu National War Memorial Park, en Wellington, Nueva Zelanda, el 29 de abril de 2020. El panel reza lo siguiente: “Pandemia de influenza 1918. Nunca serán olvidados”.


El presidente Wilson y la gripe española


Una anécdota relacionada con la pandemia: el por aquel entonces presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson sufrió un desmayo durante la Conferencia de Paz de Versalles en abril de 1919, mientras negociaba el fin de la Primera Guerra Mundial ante otros líderes mundiales. Algunos historiadores especulan con que Wilson estaba infectado con el influenzavirus, y se encontraba débil a causa de la gripe. 


Una enfermedad desconocida


Como explica el Centro de Prevención y Recuperación de Enfermedades Infecciosas, poco se sabía por aquel entonces sobre los virus y, por supuesto, no se contaba con vacunas ni tratamientos víricos; ni tampoco con antibióticos que pudieran tratar las infecciones asociadas, como la neumonía. 


No llevar mascarilla era ilegal en EE UU


Como reza esta publicación del San Franciso Chronicle, el 25 de octubre de 1918, se conmina a todas las personas que vayan a salir a las calles a llevar mascarilla, como medida de prevención frente a la gripe.


Las mascarillas llegan a Europa


A partir del mandato de San Francisco, cuando las mascarillas faciales comenzaron a popularizarse en Europa, como las de esta fotografía, que data del 1 de marzo de 1919: dos hombres visten y defenden el uso de mascarillas contra la gripe en París. 


Un respirador para evitar la gripe


En la fotografía, del 27 de febrero de 1919, una mujer porta una máscara-respirador para evitar la gripe. 




Curas de aire fresco


Como no se conocía ninguna medida que pudiera frenar la enfermedad, las curas de aire fresco estaban recomendadas. Lo mismo sucedió a principios del siglo XX con toras enfermedades de origen desconocido, como la tuberculosis. En esta imagen del Hulton Archive, un grupo de enfermeras atienden a las víctimas de una epidemia de gripe española al aire libre en medio de carpas de lona durante una cura de aire fresco al aire libre en Lawrence, Massachusetts. 


Paseos anti-virus


Las mujeres del Departamento de Guerra, como el grupo que aparece en la fotografía, realizaban caminatas de 15 minutos para respirar aire fresco todas las mañanas y todas las noches con el objetivo de evitar el virus de la influenza. 


Sprays anti-virus


Otro despropósito ante el desconocimiento de cómo enfrentarse al patógeno desconocido fue el intento de rociar las supercifies con una ‘preparación anti-virus', como hace este hombre en un autobús del General London Omnibus Co, en Londres, el 2 de marzo de 1920. 


Una vacuna experimental


Para 1918, la humanidad ya contaba con algunas vacunas, como la de la viruela; el 2 de octubre de 1918, el doctor William H. Park, bacteriólogo jefe del Departamento de Salud de Nueva York, estaba trabajando en una vacuna contra la influenza de bacterias de Pfeiffer muertas. La vacuna fue probada en voluntarios del personal del Departamento de Salud y, para el el 12 de octubre, se escribió en el New York Medical Journal que ya se estaba vacunando a empleados de grandes compañías y soldados en campamentos del ejército. En la imagen, un doctor vacuna al alcalde de Boston. 




Víctimas mortales


La gripe española provocó como mínimo, 25 millones de muertes, aunque algunos investigadores han proyectado que causó entre 40 y 50 millones de muertes. 


1920: los últimos coletazos de la pandemia


Otros brotes de influenza española ocurrieron en la década de 1920 pero con una virulencia en declive. El virus que provocó la pandemia, denominado H1N1, continuó circulando como un virus estacional en todo el mundo durante los 38 años siguientes.  


Tras la pista del virus


En las décadas posteriores a la pandemia de gripe española, virólogos de todo el mundo trataron de seguir la pista al mortífero microorganismo, a medida que se iban conociendo más datos sobre qué eran los virus y cómo afectaban al organismo. 


El patólogo Johan Hultin (en la imagen, a la derecha) descubrió los tejidos que contienen el virus de la gripe de 1918, lo que permitió que el virus se secuenciara por primera vez.  




Desmontando al enemigo


Gracias a los descubrimientos de Hultin, en 1997 la revista Science publicó un estudio clave: Initial Genetic Characterization of the 1918 “Spanish” Influenza Virus. Muestras de tejido conservadas de una víctima de la pandemia permitieron secuenciar nueve fragmentos de ARN viral, para catalogar al patógeno como un virus influenza de tipo A H1N1 que pertenece al subgrupo de cepas que infectan humanos y cerdos, y no al subgrupo aviar. 


¿Por qué se denomina ‘española’?


Durante la contienda, la prensa y la radio de muchas naciones se encontraban bajo censura. Excepto en España, que se declaró como estado neutral. Mientras que la pandemia hacía estragos en Europa y Estados Unidos, que intentaban mantener la moral alta durante la guerra, en España comenzaba a tener impacto, y los medios españoles empezaron a informar al mundo de su peligrosidad y su rápida expansión. Las noticias que la población internacional recibía sobre esta gripe procedían de España. Por eso se denominó gripe española.




Fuente: Laura Marcos / Muy Historia





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