La triste fama del Puente Guanabano

Hace apenas ciento y poco años era el lugar más lúgubre de toda la ciudad. No había otro que llenase más de espanto a los caraqueños que ese puente. No sin razón, a lo largo de todo un siglo se cuentan en más de dos mil las personas que se quitaron la vida lanzándose a la quebrada. Lo llamaban el puente de los suicidas.

Hasta principios de 1900 los caraqueños que por mil y una razones deseaban dejar este mundo terminaban sus días estrellándose contra las rocas del Catuche. Mujeres y hombres de todas las edades se encuentran entre las macabras cifras que muy pronto se olvidaron.

Nadie sabe quién empezó la siniestra tradición ni el número exacto de suicidios, unos sugieren que fueron dos mil, otros que hasta los diez mil, pero todos coincidían en afirmar que era tenebroso cruzarlo, mucho más al irse la tarde. Cuando el Catuche solo reflejaba las estrellas podían oírse los lamentos de las ánimas siempre en pena, ver espectros emerger del rio, todos los fantasmas que uno pueda imaginar.

Sin embargo, hasta lo macabro tiene a veces su lado menos trágico llegando incluso a ser jocoso, a crear una tragicomedia. Cuenta Carmen Clemente Travieso anécdotas como la de una mujer que sobrevivió gracias a que su enorme falda victoriana se abrió cual paracaídas y, otra en la que un hombre salvó la vida por quedar atrapado en la rama de un árbol y pidiendo auxilio. Una crónica no confirmada relata la visita de un polaco que apenas llega a Caracas se dirige al puente para acabar con sus vicisitudes, ¿fama internacional?

Fuente: Juan Luis Rodriguez L.

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